Albumes de fotos: Fotos de Matias. Fotos de Diego.
Relato realizado por Lucas Sosa:
Crónica de un viaje en kayak por el rio Uruguay.
Travesía Concordia – Tigre
En
el mes de enero de 2012, durante la segunda quincena, junto a mis
amigos Diego Expósito y Matías Tomalino alias Tomalindo unimos la ciudad
de Concordia (Entre Ríos) con la ciudad de Tigre (Buenos Aires) remando
por las mansas y transparentes aguas del rio Uruguay. En total se
remaron 430 kms en quince días, de los cuales tres los utilizamos para
disfrutar y descansar en las islas. La empresa se planifico a mediados
de diciembre de 2011, solo con un mes de anticipación. La organización
fue de primera ya que cada uno se encargo de diferentes tareas. Matías
armo un preciso derrotero con las distancias y los puntos de parada.
Diego y yo nos encargamos de contactarnos con la Prefectura Naval
Argentina de Concordia. Vía e-mail le informamos sobre el RAID que
realizaríamos y también
presentamos datos personales y derrota. Gracias a este
trámite navegamos con el Plan Pegasus de la PNA. De esta manera tuvimos
contacto radial y por trayectos el acompañamiento de una embarcación.
Para
navegar el rio Uruguay es necesario el uso de un GPS, ya que de Colon
para abajo se convierte en un laberinto de islas. Puede ser que otros
conozcan el rio como la palma de su mano, pero mejor eso se lo dejamos a
los isleños. No es que nos vamos a perder en la dimensión desconocida,
pero cuando los arenales se acaban las islas se tornan difíciles para el
desembarco debido a su enmarañada y tupida vegetación. También va a ser
de suma utilización para buscar los sitios adecuados de desembarco
luego de pasar la localidad de Gualeguaychu. Por esas latitudes la costa
es complicada y los huecos para desembarcar son pocos. Es un gran rio
para disfrutar al máximo su naturaleza salvaje. Los brillantes y
extensísimos arenales, las barrancas, las
aguas transparentes y los mágicos atardeceres lo transforman en un
paraíso único. A pesar de que en sus orillas se levantan ciudades
la contaminación es mínima. Casi no vimos basura flotante, ni grandes
fábricas, salvo la enorme Botnia que se levanta en la orilla Uruguaya.
Con
respecto al tema seguridad llevamos los elementos primordiales y que en
ninguna travesía pueden faltar. Chalecos salvavidas, pala de repuesto,
silbato, bengala y botiquín de primeros auxilios. Para las
comunicaciones, radio VHF con una antena que fabrico Matías para que la
recepción alcance mas distancia y celulares, que tuvieron
señal durante casi todo el trayecto, salvo en la zona del arroyo Naranjo
y Guazú y el Paraná Mini que fue escasa.
Vivimos
dos semanas de aventuras donde no faltaron desventuras ni anecdotas.
Desde el calor agobiante del verano hasta un fuerte temporal que casi
nos deja sin las carpas. Otra aventura inolvidable que en las próximas
líneas les relatare.
LA PREVIA VIERNES 13-01-12
VIAJE A CONCORDIA
El
viernes trece así como el martes trece, para los supersticiosos son
sinónimo de mala suerte. Para Matías, Diego y yo el fin de la ansiedad y
el comienzo de la aventura. Llegue a Tigre al mediodía, almorcé y me
fui a la guardería. Mientras esperaba a mis compañeros de viaje
aproveche el tiempo y prepare el equipo necesario para la travesía.
Guarde todo adentro de un voluminoso bolso y una mochila. Estaba
charlando con Agustín y Luis cuando Matías me aviso por mensaje que
estaba por llegar a Tigre. Las manecillas del reloj marcaban casi las
cinco de la tarde. Saque mi kayak de la cama y lo baje a la playa. Ate
el bote de Matías atrás del mío y me fui remando hasta la rampa del
Hispano. Allí estaban Diego y Mati, Pablo el padre de Matías junto a un
amigo y Pedro Urich y Nicolás
Rodríguez. Cargamos los bolsos en la camioneta, atamos los botes en el
tráiler y a las seis de la tarde pusimos rumbo a Concordia. El viaje por
la ruta catorce fue muy entretenido y sin percances. A las once de la
noche entramos a la ciudad entrerriana de Concordia. Dimos varias
vueltas por el centro hasta que encontramos un restorán para cenar.
Luego de deleitarnos con las excelentes pastas y un delicioso flan
casero partimos en busca del Club de Pesca Concordia. En el camino le
consultamos a un lugareño y gracias a su
ayuda no tardamos en encontrarlo. Ingresamos al Club de madrugada y
hablamos con el sereno que nos explico donde podíamos acampar. Entre
que bajamos los kayaks, los bolsos y armamos el campamento se hicieron
mas de la una de la mañana. Nos despedimos de Pedro y Nico que se
volvían hacia Buenos
Aires y nos fuimos a dormir.
VISITANDO CONCORDIA SABADO 14-01-12
El
amanecer entrerriano nos mostro un nuevo paisaje. En la otra orilla,
sobre una suave lomada se levanta la ciudad uruguaya de Salto. En el
medio de dos tierras, como limite natural, un angosto y manso rio
Uruguay. El cielo estaba salpicado de nubes y el viento arrastraba
consigo un insoportable hedor proveniente del frigorífico vecino.
Desayunamos con una inmejorable vista al rio. Como habíamos planeado de
antemano decidimos pasar un día entero en Concordia para poder
organizarnos, realizar los trámites pertinentes con la Prefectura, la
compra de provisiones, un adecuado descanso y también conocer la Ciudad.
Luego de desayunar nos acercamos hacia la sede del Club de Pesca Concordia, la cual se halla emplazada dentro de un viejo y herrumbrado
barco a vapor y rueda llamado Pingo. Hablando con el
encargado nos conto su historia. En el año 1959 el rio Uruguay creció de
manera extraordinaria y deposito al Pingo en tierra, los intentos de
devolverlo al agua fueron en vano y quedo allí para siempre. Recorrimos
su deteriorado interior. Las cubiertas están en peligro de derrumbe,
donde giraba su gran paleta funciona una pequeña oficina y donde
en otros tiempos ardían sus calderas hoy es una guardería de kayak. La
actividad comenzó en el club. Pescadores que bajaban sus lanchas hasta
el rio, gente recién llegada armando campamento y los remadores de K 1
que bote al hombro descendían hasta el rio para entrenar.
No perdimos más tiempo y nos dirigimos hacia la Prefectura para realizar los trámites de rol. Como les conté al principio, con
dos semanas de anticipación enviamos vía e-mail una nota con datos
personales y derrotero del RAID a realizar.
En el destacamento fuimos recibidos por el ayudante Principal José Gómez. De manera muy cordial y con mucha predisposición nos labro el acta de notificación. Conversamos un buen rato con él ya que resulto ser kayakista de travesía y nos conto que había realizado varias bajadas por el rio Uruguay. Gentilmente nos brindo información muy útil para la travesía. Nos despedimos de el y nos fuimos para el centro.
En el destacamento fuimos recibidos por el ayudante Principal José Gómez. De manera muy cordial y con mucha predisposición nos labro el acta de notificación. Conversamos un buen rato con él ya que resulto ser kayakista de travesía y nos conto que había realizado varias bajadas por el rio Uruguay. Gentilmente nos brindo información muy útil para la travesía. Nos despedimos de el y nos fuimos para el centro.
Recorrimos
la plaza, la peatonal y como ya estábamos con hambre nos sentamos a
almorzar. Nos deleitamos con unos exquisitos lomitos completos.
Regresamos al camping y debido a que hacia mucho calor nos tiramos a
dormir la siesta. Fue difícil conciliar el sueño ya que el vecino
entretuvo a su hijo jugando a tocar la batería con una cacerola.
Aprovechamos la tarde para acomodar el equipo y los
kayaks. Por la mañana Matías hizo una reparación a la popa de mi bote
por que se encontraba con una filtración y por la tarde ya estaba listo
para navegar. Nuevamente retornamos al centro, hicimos la compra de
provisiones y volvimos cargados con bolsas de comida y agua mineral. A
la noche cenamos pizza y empanadas. A las once, con un camping repleto
de
ruidos molestos nos retiramos a dormir.
DIA 1 RIO ABAJO 15-ENE-12
CONCORDIA – EL PALMAR
Llego
el día. Ese día que todos los kayakistas esperamos con ansiedad,
incertidumbre, ganas y entusiasmo. El día que pone fin a todos esos
sentimientos y nos abre la puerta de una nueva aventura. A las seis de
la mañana Febo asomo tímidamente para iluminar un cielo totalmente
despejado. Abajo, el rio Uruguay nos esperaba silencioso. El plan
previsto para la jornada, remar 70 kms de distancia entre Concordia y El
Palmar. De esta manera nos quedaríamos un día entero en El Palmar
aprovechando para descansar y conocer el parque. Despertarse temprano
fue una gran decisión ya que cuando tuvimos que hacer jornadas largas,
las horas del día se aprovecharon al máximo. Entre que desayunamos y
estibamos los kayaks, en dos horas estuvimos listos. Eran siete y
cuarenta de la mañana cuando Diego traslado el kayak a lo
largo de la bajada con su carrito hasta la orilla del rio. Atrás lo
seguimos Matías y yo. En la playa se encontraban unos turistas y les
pedimos por favor que nos tomen una foto. Muy gentilmente nos
captaron con la cámara. Antes de partir Matías se comunico con la PNA
para avisarles que dábamos comienzo al RAID Concordia – Tigre.
A
las ocho de la mañana dimos las primeras paladas río abajo. La primera
vista desde el río fue el viejo muelle de hormigón. Abajo de él se
hallaban amarrada la lancha de la Prefectura con sus tripulantes
aprontándose para acompañarnos y una lancha colectiva. A continuación de
este apareció la costanera y su balneario público. Atrás quedo la ciudad y el río empezó a mostrarnos su encantador paisaje. En pintorescos botes
de madera, los pescadores miraban curiosos nuestro paso. Algunos
recogían sus redes y otros caña en mano esperaban que el voraz Dorado
muerda su señuelo. Con un humilde movimiento de cabeza los saludamos
deseándoles buena pesca. Las
orillas nos mostraron playas de arena, barrancas, bosques, monte y las
ruinas de un antiguo frigorífico. No soplaba ni una gota de viento y el
río era un espejo. En el cielo aparecieron nubecitas pero no lograron
cubrirnos del sol. El calor empezó a apretar fuerte cuando llegamos a
Puerto Yerua y nos tiramos al agua para mitigar la alta temperatura que
veníamos soportando. En Puerto Yerua hicimos contacto con una lancha de
la PNA. Los prefectos dijeron que nos haría acompañamiento hasta Arroyo
Grande que era el fin de su jurisdicción.
Puerto
Yerua es una bajada náutica y se halla emplazado un destacamento de la
PNA. Renovados con el chapuzón seguimos paleando. Muy a lo lejos en la
orilla entrerriana divise unos puntos negros y les dije a Mati y Diego –
Miren son carpinchos!!! Para desilusión de los tres eran vacas. Al
mediodía divisamos del lado uruguayo la Meseta Artigas. Sobre este se
emplaza un monumento en memoria del héroe oriental José Gervasio
Artigas. Un par de kms mas adelante paramos a almorzar junto a la
compañía de la prefectura. El sitio un paraíso. El almuerzo consistió de
queso, pate, galletitas de agua y frutas de postre. Hacia mucho calor y
nos refrescamos en el río. Siempre entrabamos con cautela para no ser
chuseados por las rayas. A las tres de la tarde reanudamos la marcha.
Matías venia
arrastrando un señuelo con la esperanza de pescar algún Dorado. Mientras
pasábamos entre un banco de arena y la costa Matías pesco algo. Desde
la orilla un paisano empezó a los gritos: - El aparejoo!!el yeeellll
(reel) el aparejoooo!!! . Resulta que Tomalindo engancho una línea y
arrastro el reel que estaba en la playa hacia el agua. – Ya te lo
desengancho! le conteste yo. Desenganche el señuelo de la línea y la
tire al agua sin percatarme que el reel se había perdido bajo el agua. –
Por que la tiraste? me grita el buen hombre.
Le
pedí disculpas y le dije a Mati que siga remando. El pescador se quedo a
los gritos. Pobre paisano jamás se imagino que en medio de la nada iba a
perder un reel. Con los chicos nos miramos y nos matamos de la risa.
Mientras pasamos el balneario de Nueva Escocia Mati sintió un tirón.
Cuando miramos hacia atrás vimos saltar un Dorado. La emoción fue grande
pero duro poco por que el Tigre del rio logro zafarse. Así paso con dos
Dorados mas, el segundo también se desengancho y el tercero dando un
fuerte tirón corto el nylon. En la boca del Arroyo Grande nos despedimos
de la Prefectura. El calor no dejaba de apretar y la temperatura
rondaba los 33 grados. A las cinco de la tarde volvimos a parar para
picotear algo, refrescarnos y estirar las
piernas. Seguimos viaje. Con el sol de frente que brillaba en las aguas y
nos enceguecía comenzamos a divisar las palmeras del Parque El Palmar.
Ya faltaban pocos kms para arribar. Realmente estábamos agotados y con
ganas de llegar. El atardecer fue mágico y es digno de una breve
descripción.
El
río era una quietud total. Los únicos sonidos eran el de los remos
entrando y saliendo del agua y el de los peces que saltaban. El gran
astro se oculto lentamente sobre el horizonte y pinto el cielo de color
naranja. Luego el firmamento se torno azul violáceo. La paz, que
impagable es la paz para el hombre. Estaba anocheciendo cuando una
lancha de la Prefectura La Calera (al lado del El Palmar) hizo contacto
con nosotros. Nos tomaron los datos y le informamos que íbamos acampar
en el camping del Palmar. Tras una larga y agotadora jornada de casi
diez horas arribamos al Parque Nacional El Palmar a las nueve de la
noche. Desembarcamos de noche en la orilla de una extenso arenal. Nos
separaban del camping doscientos metros de playa y cien
metros en
subida por la barranca. Nos les puedo describir lo agotador que fue
portear los pesados kayaks. A mano y con mucho esfuerzo llevamos los
botes uno por uno hasta la entrada del camino. Para subirlos por el
sendero utilizamos un tráiler para trasladar lanchas. Luego de una hora y
media de porteo nos instalamos en el camping. Dejamos los botes y
fuimos a cenar al bufet restorán. Luego de deleitarnos con unos
deliciosos lomitos regresamos al sector de campamento y armamos las
carpas. Totalmente cansados y entre el sonido de las vizcachas que
jugaban en la oscuridad nos fuimos a dormir.
DIA 2 LA VIEJA VIZCACHA 16-ENE-12
EN EL PALMAR
Como
se había planificado, pasamos el día entero en el Parque Nacional El
Palmar. De esta manera pudimos descansar y recorrer el parque homónimo.
Dormimos hasta las nueve de la mañana. Mientras me desperezaba adentro
de la carpa recibí un llamado de la PNA de Tigre. Me dijeron si podía ir
a firmar el acta de notificación que habrían labrado para el RAID y le
conteste que ya habíamos comenzado la travesía y que los trámites
pertinentes los habíamos concretado con la PNA Concordia. Desayunamos y
nos preparamos para ir a recorrer el parque. En el ínterin
me acerque hasta el kayak para buscar el gorro y me encontré con una
sorpresa. Me faltaba la mitad de la pala de repuesto. - No te puedo
creer que me afanaron!! le dije a Mati y Diego. La
buscamos entre los kayaks y no estaba. Empecé a acordarme de la mama y
la hermana del supuesto ladrón. Pero pensándolo bien nos preguntamos –
Para que querrán la mitad de la pala? por que no se la llevaron entera? O
por que no se llevaron los artículos de valor que había arriba de los
botes? El enigma se acabo cuando Matías vio tirada la mitad de la pala
en la entrada de una vizcachera. No lo podíamos creer. Otra vez nos
matamos de la risa. Las vizcachas depositan ramas en la entrada de su
cueva como señal de alarma ante posibles visitantes no deseados. Esta
vieja vizcacha se llevo mi pala confundiéndola con una rama. Con razón a
la noche había escuchado ruidos cerca de los kayaks. Pero como estaba
tan cansado ni me asome a ver de qué se trataba. Recupere la pala y la
guarde bien para que ninguna otra vizcacha me la vuelva a robar.
Comenzamos
a caminar y llegamos hasta el mirador donde teníamos una vista
espectacular del río Uruguay. Con la luz del día pudimos ver el extenso
arenal que habíamos porteado la noche anterior. Seguimos y luego de
pasar el centro de visitantes ingresamos por el sendero que nos llevo
hasta las ruinas jesuíticas y de la vieja
cantera de Calera. En el camino nos encontramos con las viejas cañoneras
que apuntaban al rio, los hornos donde se quemaba la piedra caliza y
los restos de las reducciones jesuíticas.
Hay
mucha historia para contar sobre este lugar. Era tierra de los
Charrúas, que desarrollaron su cultura aprovechando los recursos que
brindaban los ríos y llanuras para sustentar a sus comunidades. Cazaban,
pescaban y también sembraron el maíz, la legumbre, el zapallo y
tubérculos. Mas tarde llego el español y la historia cambio. La Calera
del Palmar fue uno de los primeros asentamientos jesuíticos que se
estableció en la región. En ella convivieron los Guaraníes y los
Jesuitas, siendo los primeros la mano de obra utilizada para trabajar.
La Calera del Palmar también fue llamada la Calera de Barquin y fue en
esa época un centro de producción de cal. Regresamos a la zona urbana y
nos sentamos a tomar algo fresco en el bar. A la una de la
tarde el calor era insoportable. Volvimos al campamento para almorzar.
Los lagartos overos se paseaban entre las carpas y las coloridas urracas
nos miraban desde los arboles. Cocinamos arroz con queso y como hacia
mucho pero mucho calor buscamos la sombra para dormir la siesta.
A la tarde bajamos a la playa, nos metimos en el rio para refrescarnos y charlamos con los guardavidas. Cuando
bajo el sol fuimos a visitar las palmeras Yatay. Parecía que estábamos
en un paisaje prehistórico. Es una de las mas de tres mil especies de
palmeras que hay en el mundo y hace al menos dos millones de años que
crecen en tierras entrerrianas. El parque Nacional El Palmar resguarda
la mayor concentración de palmeras Yatay de la provincia. Su fauna de
animales y aves es variada y entre ellos se destacan los lagartos
overos, las vizcachas, carpinchos, ñandú, pájaro carpinteros, urracas y
garzas. El camping cuenta con muy buenas instalaciones, posee
restaurant, proveeduría y baños. Cuando
anocheció y mientras esperábamos que se hiciera la cena les dimos de
comer a las vizcachas. Luego de cenar hicimos contacto con la PNA y
coordinamos la salida para el día siguiente. A las once de la noche cada
uno marcho para su rancho.
DIA 3 LOS BANCOS 17-ENE-12
El PALMAR – COLON
El suave trinar de las aves anuncio un nuevo día. En el camping reinaba el silencio. A
las seis de la mañana salimos de las carpas, desarmamos campamento y
desayunamos. Bajar los kayaks hasta la playa fue una tarea sencilla.
Subimos los botes al tráiler y en media hora los posamos en
la orilla del rio. Las aguas yacían inmóviles y el cielo celeste se
reflejaba en ellas. A las ocho de la mañana partimos del Palmar y
pusimos rumbo a Colón. Desde el río pudimos apreciar las altas barrancas
donde se explotaba la cal. A minutos de salir hicimos contacto con la
PNA. Se acerco una lancha con cuatro tripulantes que nos acompaño
durante un largo tramo. Para suerte
de nosotros la embarcación se adelantaba varios kms y no la veíamos. El
sol no daba tregua. Eolo brillaba por su ausencia y se negaba a soplar.
Apenas eran las diez de la mañana y el calor ya castigaba. Para mitigar
tanta sofocación nos dimos un refrescante chapuzón. Palada tras palada
llegamos a una zona donde se extendían enormes bancos de arena. Al ser
el agua transparente y estar el rio en un nivel bajo veíamos el fondo y
los pozones que se formaban. Por momentos el remo tocaba la piedra,
luego venia un pozo, otra vez tocaba y así sucesivamente. Este sitio
llamado Bancos de Caraballo es un paraíso de belleza indescriptible.
Diego se acerco a la orilla y se puso a correr sobre el gigantesco
banco. Con Mati le sacamos un par de fotos. Al no soplar nada de viento
los kayaks se reflejaban a la perfección.
A
la una de la tarde paramos a almorzar. Encendimos fuego y cocinamos
arroz con jardinera. El termómetro marcaba más de 32 grados. Todo lo que
estaba dentro del kayak estaba caliente y para entrar a los botes había
que mojarlos por que quemaban. A las tres de la tarde y bajo un sol que
rajaba la tierra continuamos viaje. En una isla cercana encontramos la
lancha de la prefectura. Sus ocupantes nos preguntaron si todo iba bien y
contestamos que si. A la altura de Liebig comenzamos a divisar los
edificios de la ciudad de Colón. Solo nos faltaban diez kms.
Por
la izquierda comenzó a dibujarse la isla Queguay. Poco a poco nos
fuimos acercando a Colon. Remamos pegados a la costa observando sus
playas que estaban colmadas de gente. Luego de pasar los balnearios y el
pintoresco puerto desembarcamos en el Camping Piedra Colorada. El
porteo fue muy rápido. Instalamos las carpas cerca del rio y alejados de
la multitud, pues el camping estaba repleto de gente. Hicimos el
registro en la conserjería del camping y salimos a tomar algo fresco.
Cerca de allí había un supermercado y compramos agua y provisiones. Al
caer la noche fuimos a visitar el centro. Caminamos por la peatonal
donde paseaba mucha gente. Como estábamos con hambre nos sentamos a
comer en un restaurant donde disfrutamos de una suculenta cena.
Satisfechos con la comilona regresamos al camping y nos fuimos a dormir.
DIA 4 CAMBIO DE PLAN 18-ENE-12
COLON – CONCEPCION DEL URUGUAY
El
sol se asomo en Colón. Cuando salí de la carpa salude a Diego que ya se
había levantando. Matías todavía hacia fiaca. Me acerque hasta la playa
y fotografíe a los botecitos de los pescadores que eran
mecidos por el agua. Cuando terminamos de desarmar el campamento nos
sentamos a desayunar. Para el cuarto día de travesía el derrotero
indicaba Colón – Paso Vera, un balneario que queda en las afueras de
Concepción del Uruguay. A las ocho y media de la mañana comenzamos a
navegar. Remamos bordeando la costa y observando a la gente que tomaba
mate y pescaba en los campings. Cuando terminamos de pasar las islas San
Francisco y la isla de Hornos nos quedo a la vista el país vecino y el
Puente Internacional Gral. Artigas. Este inmenso puente de
hormigón une las ciudades de Colón con la ciudad uruguaya de Paysandú.
Los autos y camiones que pasaban por él parecían hormiguitas de tan
chiquitos que se veían. Pasamos entre medio de las altas columnas y
fotografiamos la inmensa construcción. Luego de pasar al puente y
llegando a la punta de la isla Caridad nos encontramos con el gomón de
la prefectura de Colon. Enseguida le avisamos que no naveguen por el
canal que habíamos ingresado ya que estaba bajo y quedarían varados.
Nos agradecieron y nos dijeron que nos esperarían en la otra punta de la
isla.
Pasado
el mediodía paramos a descansar y almorzar en el camping María Lujan.
Hacia un calor terrible. Desembarcamos y nos acercamos hasta el
mangrullo donde estaba el guardavidas. Subimos y bajo la sombra
charlamos con él. Le contamos la travesía que estábamos realizando y nos
conto que en el camping había un kayakista que se dedicaba a llevar
gente a pasear en kayak. Le preguntamos si sabía el nombre y nos dijo
que se llamaba Juan Pablo. Le contestamos que lo conocíamos y que antes
tenía su campamento en Paso Vera. Luego nos conto que hacia poco que
estaba en este camping y que estaba ubicado cerca de la entrada.
Estábamos
con hambre y caminamos hasta el camping bajo un sol abrasador. Teníamos
una sed terrible y pedimos una Coca Cola con hielo que enseguida la
terminamos. Como disfrutamos de esa refrescante bebida. Pedimos otra que
compartimos con las empanadas más caras de la historia. Mientras Mati
se dormia una siesta y Diego descansaba en la sombra escribí una notita
para Juan Pablo. En ella le conté de nuestro paso por el campamento y le
deje un fuerte abrazo de parte de los tres. La nota quedo pegada en la
puerta de su casita rodante. A las tres de la tarde partimos hacia Paso
Vera distante a pocos kms. Salimos del brazo secundario y volvimos al
canal principal. Por este navegaba un remolcador arrastrando una enorme
chata que perdimos de vista cuando
se fue por detrás de la isla Almirón. Era primer barco grande que vimos
navegando por el rio Uruguay. Mientras pasábamos entre las islas Almirón
y Almirón Chico se formaron bancos de arena. De repente venia un banco y
luego un pozo y así sucesivamente. En uno de los bancos bajamos y nos
sacamos una foto. Era tan bajito que la sombra de los kayaks se
reflejaba en el fondo. Como veníamos muy bien de tiempo cambiamos de
planes y decidimos llegar hasta el Club Regatas de Concepción del
Uruguay. Fue una gran decisión ya que cuando pasamos Paso Vera vimos que
estaba colmado de gente. Lo llame por teléfono al Tata Goñi, kayakista
de Concepción, para preguntarle si podíamos acampar en el Regatas y me
contesto que no habría ningún problema. No tardamos en llegar hasta la
entrada al puerto de Concepción donde se erige una estatua de la Stella
Maris, protectora de los marineros. Tomamos varias fotografías e
ingresamos al canal. En los muelles se
encontraban amarrados barcos de gran porte y fondeados en la bahía un
sinfín de diminutos y pintorescos botes de pescadores, que hacen de este
lugar una postal
A
las cinco y media de la tarde desembarcamos en el Club de Regatas de
Concepción. Allí fuimos recibidos por Benjamín kayakero entrerriano. Lo
saludamos cordialmente y le contamos que veníamos bajando el Uruguay
desde Concordia. Muy gentilmente nos contacto con las autoridades del
club y no tuvimos problemas para hacer noche allí. También nos
encontramos con Marisa Defino que nos conto que estaba acampando en la
isla Cambacua. Muy agradecidos nos despedimos y arrimamos los botes
hasta el galpón. Salimos del club y nos dirigimos hacia la PNA. Le
contamos que el plan para el día siguiente era llegar a la Isla Colón
Grande donde pasaríamos un día entero para descansar. Realizamos los
trámites personales y luego de retirarnos nos sentamos en un
barcito del puerto donde disfrutamos de unas exquisitas y
heladas cervecitas, que bien merecidas las teníamos. En este lugar
charlamos con un grupo de viejos lobos de río que ya tenían sus buenas
cervezas encima. Había uno que era muy porfiado y nos decía que la
prefectura nos había ido a buscar al Yacht . Le dijimos que ya nos
habían encontrado pero el seguía insistiendo de que
nosotros habíamos echo mal en no avisar. Siguió un rato mas hasta que se
canso. Salimos de allí y fuimos hasta el mirador del puerto para sacar
fotos del lugar. Cuando volvimos al Regatas nos sentamos a escuchar una
charla que dio la PNA para la concientización del uso del chaleco
salvavidas. Por la noche cenamos en un bolichito y nos
deleitamos con unas deliciosas milanesas de pollo. Esa noche no armamos
la carpa y dormimos en el
salón. Gran error por que los mosquitos se hicieron un festín.
DIA 5 CAMPICHUELO DESIERTO 19-ENE-12
CONCEPCION DEL URUGUAY – ISLA COLON GRANDE
Fue
una noche torturante. Los mosquitos nos devoraron a gusto y piaccere.
Dormimos muy mal y aprendimos que armar la carpa, aunque uno este muy
cansado no cuesta nada. Desayunamos, guardamos los pocos bártulos que
habíamos sacado y a las nueve de la mañana nos despedimos de Concepción
del Uruguay. Para ahorrar kilómetros y tiempos decidimos navegar por el
canal secundario.
Pasamos
por la zona portuaria donde vimos barcos de todos los tamaños, el faro
de la guardería náutica y la construcción de un puente. El rio nos llevo
lentamente para enseñarnos su naturaleza y su belleza. A
las once de la mañana no aguantamos más el calor y nos lanzamos al agua.
Trepamos a los kayaks renovados y seguimos paleando. Otra vez
aparecieron los bancos de arena y los pozones. Estos eran muy bajos y
varias veces nos quedamos varados. Como se veía el fondo Mati pudo ver
una raya que al percatarse de su paso se deslizo hacia lo profundo.
Teníamos a la vista una islita que tuvimos que pasar por la izquierda
por que navegar por la derecha era imposible debido a las aguas someras.
Las
nubes que parecían copitos de algodón se reflejaban en el agua y daban
la impresión de que existían dos cielos. El paso de una lancha
desvaneció el efecto visual. Delante de nosotros aparecieron tres islas.
Ingresamos por el canal derecho y bordeando la isla Osuna y la una y
media de la tarde arribamos a Puerto Campichuelo. E aquí que nos
llevamos flor de sorpresa cuando subimos hasta la proveeduría de Don
Alegre y vimos que no existía mas. En vez de cantina vimos camiones y
tractores trabajando. La cantera estaba en actividad. Estábamos atónitos
por que la idea era reabastecernos de comida y agua para los próximos
días. Dimos con un señor y le consultamos por la cantina. Nos conto que
la cantera volvió a la actividad y que Don Alegre que era el dueño del
camping se había ido.
Le preguntamos si tenía bebida fría y comida. Le dijo a Diego – Tengo
gassseosa, gayeta y pata de poi. Lo mire a Mati y le digo – Pata de
pollo? y me devolvió una mirada de asombro. Lo único que tenía este
hombre era gaseosa, galletas y pate de foi y nada más. Nos vendió una
gaseosa que estaba congelada. Una delicia para nuestros sedientos
paladares.
Campichuelo
parecía un verdadero desierto. Arena por doquier y un calor que era
insoportable hasta en la sombra. Abajo del terrible sol fuimos caminando
hasta el destacamento de la prefectura donde nos recibieron de primera.
Dejamos asentados nuestros datos y le contamos que íbamos a permanecer
en la Isla Colon Grande por un día. Nos mostraron una carta náutica
donde pudimos observar el laberinto de islas que forman el rio Uruguay.
Como les comente anteriormente el uso del GPS es de suma importancia.
Como no habíamos almorzado nos convidaron con asado.
Nos
sentamos en el quincho y almorzamos. Luego fuimos en auto hasta otra
cantera a buscar agua potable y volvimos a los kayaks. A las tres y
media de la tarde y muy agradecidos por la buena atención de la PNA
partimos hacia Isla Colon Grande. Solo nos separaban seis kms de
distancia y a las cinco y media de la tarde arribamos a la isla Colón
Grande. La lancha de la prefectura que nos acompaño se despidió y
retorno a su base. En la playa había gente. Como no vimos ninguna lancha
nos dimos cuenta de que vivían allí. La idea era disfrutar de la
soledad pero estábamos acompañados. Nos arrimamos al grupo y nos
presentamos. Nos contaron que estaban pasando unos días en la casa de
una amiga de ellos
llamada Jorgelina. Charlando nos convidaron con mate y empanadas de boga
que estaban realmente deliciosas. Cuando comenzó a caer el sol y la
temperatura era más aceptable armamos el campamento. La gente se volvió
para su casa y al fin quedamos solos para disfrutar de otro mágico
atardecer. El rio otra vez era un espejo. Las aguas quietas transmitían
una paz difícil de describir. El salto de los peces dibujaban aureolas y
los pájaros cantaban suavemente anunciado el fin del día. Cuando el sol
se escondió tiño el cielo y el rio de color naranja. Un regalo que uno
guarda para siempre.
Esta
buena gente nos invito a su casa. Caminando por un sendero en medio de
la oscuridad llegamos al rancho. Nos atendieron bárbaro y nos ofrecieron
jugo frio y nos regalaron una boga para cocinar. Luego de charlar un
rato nos despedimos y volvimos al campamento. Reavivamos el fuego y
pusimos la boga a la parrilla. Se cocino lentamente y una hora mas tarde
disfrutamos del delicioso manjar. Nos quedamos charlando un rato hasta
que el cansancio se hizo presente y cada uno se fue para su rancho.
Afuera y bajo un cielo oscuro e inundado de estrellas el fuego siguió
crepitando.
DESCANSO EN ISLA COLON GRANDE
Sin
dudas este fue el día en que mas sufrimos el calor. Aprendimos que
realizar una travesía en verano y con elevadísimas temperaturas no es lo
mejor. El calor agota y desgasta demasiado. Lo recomendable es remar
con temperaturas más benignas y tolerables. A las nueve de la mañana
abandonamos las carpas. Encendimos el fuego y pusimos la pava a
calentar. El mate que iba de mano en mano fue compañero de nuestra
conversación. Apenas eran las diez de la mañana y el calor era
insoportable. Para refrescarnos íbamos hasta el rio y nos mojábamos.
Pasadas las once apareció Nicolás que era el sobrino de Jorgelina. Nos
conto la interesante historia de su tía y como termino comprando el
rancho que es de su propiedad. Le convidamos con mate y el nos invito a
almorzar, pero como no queríamos
molestar nos rehusamos a ir. Hacia tanto pero tanto calor que nos
tiramos bajo la sombra de unos arboles. El agua que teníamos era
intomable por que se había calentado. Se nos ocurrió cocinar pero
estábamos sin hambre. Las chicharras no paraban de sonar. Cada ráfaga de
viento caliente que venia era una tortura. Desde el mediodía hasta las
cuatro de la tarde no hicimos absolutamente nada. Para mitigar el calor
íbamos y veníamos hasta el rio.
Apareció
otra vez Nicolás y nos pregunto si habíamos almorzado. Le contestamos
que no y nos invito a comer. En el rancho nos convido con milanesas de
carpincho y de berenjena. Estaban deliciosas pero lo que mas disfrutamos
fue del agua fría que tanto necesitábamos. Volvimos al campamento. Por
el norte se asomo una tormenta que amenazo con llover. Por suerte solo
levanto un poco de viento y una levísima lluvia. Debido al viento la
temperatura bajo lentamente y la tarde se torno más agradable.
Encendimos el fuego y se armo otra ronda de mates. La charla entre
amigos fue muy amena. En la isla Colon Grande comenzaba otro atardecer.
El rio se callo. Los rayos del sol se colaron entre las nubes e
iluminaron a la isla de color amarillo y verde. Fevo se escondió y el
día se despidió para dar paso a su amiga la noche.
DIA 7 LA ESCUELA FANTASMA 21-ENE-12
ISLA COLON GRANDE – ISLOTE REDONDO
Cumplimos
una semana de travesía y según el derrotero todo marchaba como lo
habíamos planificado. El despertador sonó a las siete de la mañana.
Desayunamos y a las nueve y media pusimos rumbo al islote Redondo. La
isla Colon Grande es la última isla con arena. A partir de aquí el rio
se torna un laberinto de islas que son de difícil acceso por su tupida
vegetación. El problema no es perderse aunque si no conocemos nos
podemos perder. El verdadero problema es encontrar la isla con acceso
para acampar y son pocas las que tienen un hueco o un campamento.
Dejamos atrás la isla Colon y nos internamos en un laberinto de islas.
Al rato de salir, la lancha de la prefectura nos alcanzo y nos acompaño
un tramo. El cielo estaba de color gris y soplaba un viento leve de
popa. Al mediodía nos
tiramos al agua para refrescarnos. Luego de pasar la isla Jaula del
Tigre y la vieja draga varada bajamos en la isla Juanico.
Almorzamos
sobre una diminuta playa rodeados de todo tipo de insectos molestos y
cuando terminamos fuimos a conocer la escuelita abandonada. En la isla
Juanico se encuentra la Escuela Provincial N° 84 donde estudiaban los
niños isleños. Dejo de funcionar luego de la inundación del año 2009 y
hoy es una escuela fantasma. En el muelle donde se encuentra el mástil
alguna vez flameo con orgullo el pabellón nacional pero hoy solo flamean
cables vacios. Un camino custodiado por altos pinos nos llevo hasta el
umbral de la escuela. Lo primero que hallamos fue un cartel con una
leyenda que dice “Esc. Prov. N° 84 Republica Argentina”. Avanzamos unos
pasos y la escuelita nos dio la bienvenida. En el primer cuarto que
oteamos descansaba una vieja heladera Siam y en el cuarto subsiguiente
una
bicicleta Aurorita toda oxidada. En el techo de la cocina colgaban
varios faroles de kerosene. En las alacenas las tazas y los cubiertos
estaban tapados de polvo y en un rincón la vieja cocina económica
apagada para siempre. En las aulas donde alguna vez se escuchaban a los
niños y a los profesores enseñando, hoy son presas del silencio. Los
bancos, mesas, libros y juguetes esperan con paciencia a que los alumnos
vuelvan a soñar junto a ellos.
Es muy difícil describir lo que se siente cuando uno entra a un lugar abandonado. Es una mezcla de sentimientos encontrados. Se siente tristeza, vacio y olvido. Nos retiramos en silencio y con ilusiones que alguna vez la escuelita vuelva a vivir. A
las tres de la tarde continuamos viaje. El cielo se capoto y las nubes
presagiaron que se acercaba una tormenta. Cuando nos estábamos acercando
a la isla divisamos dos lanchas. Pensábamos que íbamos a estar solos
pero al llegar nos encontramos con pescadores que estaban acampando. Al
arribar al islote Redondo uno de ellos nos dijo que el lugar estaba
ocupado y nos indico donde podíamos acampar. El desagrado por la
presencia de ambos grupos fue reciproco.
Instalamos el campamento y tomamos mate mientras esperábamos que se
desate la tormenta. El rio estaba mas quieto que nunca y las ramas de
los arboles estaban petrificadas como estatuas. De repente el viento
apareció y comenzó a soplar con fuerza. Fue el fin de tanto agobio y el
alivio después de tantos días de calor. Atrás vino la lluvia y cuando
paro aprovechamos para cenar. Ya era tarde y bajo el sonido del agua bendita nos fuimos a dormir.
DIA 8 EL CABEZON 22-ENE-12
ISLOTE REDONDO – GUALEGUAYCHU
Llovió
toda la noche pero al amanecer la lluvia ceso. Nos despertamos a las
siete de la mañana y mientras desayunábamos comentamos sobre el
concierto que dieron los vecinos. Si hay algo que caracterizo a esta
travesía fueron los ruidos molestos. A las nueve de la mañana partimos
hacia la ciudad de Gualeguaychu donde nos encontraríamos con el amigazo
Cabezón Farías. En tan solo una hora y media llegamos a Puerto Unzue.
Allí encendimos fuego y tomamos mate. A las once de la mañana nos
subimos a los kayaks otra vez. En el horizonte el rio y el cielo se unían en
un solo color y parecía que el mundo se terminaba allí. Del lado
uruguayo como un gigante que tira humo por su boca se levanta la pastera
Botnia. Es realmente inmensa y se ve desde varios kilómetros de
distancia. Teníamos planeado ingresar al arroyo Pereyra y continuar por
la laguna de mismo nombre. De esta manera ahorraríamos kilómetros de
remada, pero al estar el rio en un nivel bajo decidimos seguir por el
canal principal.
Luego de pasar el puente Internacional Libertador General San Martin que une la ciudad de Gualeguaychu con la ciudad de Fray Bentos, se nos acerco el gomón de la prefectura. Les comentamos a los prefectos que íbamos hacia Gualeguaychu y que pasaríamos la noche allí. Cuando llegamos a la punta de la isla Isabel viramos a la derecha y comenzamos a cruzar la enorme bahía. Lo planificado era acampar en Ñandubaysal pero como veníamos viendo la cantidad de gente que había en los campings desistimos y optamos por acampar en la PNA Boca. A medida que íbamos cruzando Matías se comunicaba con el Cabezón que nos estaba esperando en la isla Cañones. El viento soplaba de jeta y costaba bastante palear. Cercanos a la costa lo vimos al Cabezón que nos saludaba. Pasamos por un hueco que existía en la escollera de piedra y fuimos a su encuentro. Cuando nos estábamos acercando nos fotografío y nos filmo. Al fin después de cuatro horas de remada desde Puerto Unzue bajamos en la isla Cañones.
Luego de pasar el puente Internacional Libertador General San Martin que une la ciudad de Gualeguaychu con la ciudad de Fray Bentos, se nos acerco el gomón de la prefectura. Les comentamos a los prefectos que íbamos hacia Gualeguaychu y que pasaríamos la noche allí. Cuando llegamos a la punta de la isla Isabel viramos a la derecha y comenzamos a cruzar la enorme bahía. Lo planificado era acampar en Ñandubaysal pero como veníamos viendo la cantidad de gente que había en los campings desistimos y optamos por acampar en la PNA Boca. A medida que íbamos cruzando Matías se comunicaba con el Cabezón que nos estaba esperando en la isla Cañones. El viento soplaba de jeta y costaba bastante palear. Cercanos a la costa lo vimos al Cabezón que nos saludaba. Pasamos por un hueco que existía en la escollera de piedra y fuimos a su encuentro. Cuando nos estábamos acercando nos fotografío y nos filmo. Al fin después de cuatro horas de remada desde Puerto Unzue bajamos en la isla Cañones.
Que
lindo encuentro con el Cabezón que había ido a esperarnos con su barco
el Hakuna Matata. Lo acompañaban Federico su hijo más chico, el primo y
el perrito. En la playita compartimos unos riquísimos mates y le
contamos las aventuras que habíamos vivido desde que salimos de
Concordia. Como no podía con su genio saco la cámara y nos dejo
registrados en un video. Después de los mates subimos a los kayaks y en
diez minutos desembarcamos en el destacamento Boca de la prefectura de
Gualeguaychu. Junto a los prefectos y al Cabezón hicimos otra ronda de
mates. Cuando comenzó a caer el sol el Cabeza se despidió. Le
agradecimos mucho por las provisiones que nos había traído y por la
excelente predisposición y buena onda. Con un fuerte abrazo nos
despedimos. GRACIAS
CABEZON!!
Armamos
las carpas adentro del quincho y tendimos los cubres mojados afuera
para que se sequen. Los prefectos se iban hasta una localidad cercana y
me fui con ellos para comprar víveres. En el destacamento nos
permitieron bañar. Antes de cenar hicimos una picadita con salamín y
queso acompañada de una Pepsi helada. Cenamos polenta con salsa y como
estábamos muy cansados nos fuimos a dormir.
DIA 09 TEMPORAL EN PUERTO BOSTA 23-ENE-12
GUALEGUAYCHU – PUERTO LANDA
De
Gualeguaychu en adelante el rio Uruguay cambia totalmente su geografía.
Se torna ancho y de aguas abiertas. Se encuentra despoblado de islas y
sus aguas transparentes se tiñen de marrón. Las costas
están deshabitadas y si sopla viento del sudeste todo queda bajo agua.
Con condiciones de clima adversas este tramo puede ser una complicación
para el travesista. Como de costumbre nos despertamos temprano.
Levantamos campamento, desayunamos y a las nueve menos veinte iniciamos
la jornada del día. Bajamos el rio Gualeguaychu hasta la
escollera de piedra y la pasamos por un hueco. Por primera vez remábamos
en aguas abiertas sobre el rio Uruguay. Soplaba un viento leve del este
pero no nos dificulto la
navegación. Más tarde se calmo. Al rato apareció el gomón de la
prefectura y se arrimo. Nos convido con terere, nos pregunto si todo iba
bien y se marcho. Al terminar de pasar la Pesqueria Galli hicimos una
parada de descanso. Aprovechamos para estirar las piernas y comer algo.
El día estaba hermoso y el cielo totalmente despejado. Seguimos viaje y
un par de kilómetros mas adelante paramos a almorzar. Nos encontramos
con los muchachos de la prefectura que descansaban al sol. La idea de
ellos era acampar con nosotros y pasar la noche. Esa idea no nos agrado
ya que al menos una noche queríamos estar sin gente. No teníamos suerte
ya que en cada lugar que veníamos acampando estábamos acompañados.
Almorzamos y conversamos con los prefectos que eran muy agradables.
Descansamos y a las tres de la tarde reanudamos viaje. El viento comenzó
a soplar y la navegación se complico. Al gomón de la prefectura, que
iba adelante nuestro, lo perdimos de
vista y no sabíamos donde nos estaba esperando. El oleaje se incremento y
como estábamos cansados decidimos parar. A las cinco de la tarde
desembarcamos en la costa de Puerto Landa, al que nosotros denominamos
Puerto Bosta. La costa es parte de la estancia Landa. El piso esta
totalmente estropeado y repleto de bosta de vaca. Pozos y bosta por
doquier. Llamamos por radio a la prefectura pero no respondía. Luego
apareció y nos informo que iban acampar en el arroyo Las Cruces para
estar a resguardo del viento. Estábamos muy contentos por que al fin
pasaríamos la noche solos.
Encendimos
fuego y tomamos mate acompañados del viento que no paraba de soplar.
Que difícil buscar lugar para armar la carpa con tantas tortas
desparramadas. Estuvimos mas de una hora dando vueltas y vueltas hasta
que nos instalamos al lado de unos arboles que nos repararon del viento.
Lentamente fue oscureciendo y solo quedamos iluminados por el fuego.
Cocinamos unos fideos y nos acostamos. A las once y media de la noche se
levanto un fuerte temporal de viento y lluvia. El viento soplaba
directamente desde el rio. Las fuertes ráfagas alcanzaron los 50 o 60
kms/h. Las paredes de las carpas se aplastaron y tuvimos que sostener
las varillas para que no se doblen. El ruido de las olas nos hizo salir
para
asegurarnos del que rio no estuviese creciendo. Si hubiese crecido nos
hubiéramos encontrados en serios problemas. Afuera todo era un caos.
Lluvia, truenos y rayos que iluminaban todo. Alrededor de la una de la
mañana el viento ceso y por fin pudimos descansar.
DIA 10 ROSMARIE, UN PARTO 22-ENE-12
PUERTO LANDA – HOSTERIA ROSMARIE (ARROYO MARTINEZ)
No
pasamos una buena noche debido al temporal y costo arrancar el nuevo
día. El panorama no era muy alentador. Soplaba viento del sur y el cielo
estaba cubierto. Un pampero avanzaba velozmente pero por suerte cambio
el rumbo.
Lo planeado para la jornada era llegar hasta la Hosteria Rosmarie, cito en el arroyo Martínez, para al día siguiente remar 50 kms y entrar al delta Bonaerense. La lluvia paro y nos permitió desayunar y estibar los kayaks sin que las cosas se mojen más de lo que estaban mojadas. A las ocho en punto comenzamos a palear y en media hora arribamos al arroyo Las Cruces. Los prefectos habían pasado la noche a la intemperie. Se mojaron pero la verdad que no se los veía preocupados. Nos sentamos al lado de un tronco que humeaba y tomamos mate. En la otra orilla del angosto arroyo se encontraba un hombre acampando con su familia. Hablo con Matías y le dijo que el hermano vivía en el arroyo Ñancay. Nos despedimos y volvimos a remar. El clima continuaba feo y nos vimos obligados a remar pegados a la orilla para buscar refugio del viento.
Lo planeado para la jornada era llegar hasta la Hosteria Rosmarie, cito en el arroyo Martínez, para al día siguiente remar 50 kms y entrar al delta Bonaerense. La lluvia paro y nos permitió desayunar y estibar los kayaks sin que las cosas se mojen más de lo que estaban mojadas. A las ocho en punto comenzamos a palear y en media hora arribamos al arroyo Las Cruces. Los prefectos habían pasado la noche a la intemperie. Se mojaron pero la verdad que no se los veía preocupados. Nos sentamos al lado de un tronco que humeaba y tomamos mate. En la otra orilla del angosto arroyo se encontraba un hombre acampando con su familia. Hablo con Matías y le dijo que el hermano vivía en el arroyo Ñancay. Nos despedimos y volvimos a remar. El clima continuaba feo y nos vimos obligados a remar pegados a la orilla para buscar refugio del viento.
Por
estos pagos la costa esta desolada, no hay casas ni ranchos y es de
difícil acceso. La prefectura se acerco y nos explico que regresaban por
que estaba con poco combustible. Nos despedimos muy agradecidos por el
acompañamiento realizado. A las dos y media de la tarde y con un cielo
donde brillaba el sol desembarcamos en playa Ñancay. El lugar es muy
agradable y cuenta con playa y espacio para acampar. Cocinamos arroz que
acompañamos con galletitas de agua.
Nuevamente hicimos contacto por radio con la PNA de Villa Paranacito y un gomón que nos estaba buscando se acerco. Le contamos que estábamos bien y que nos dirigíamos a la Hostería Rosmarie. A las tres y media de la tarde reanudamos viaje. Remamos diez kms sin inconvenientes y cuando ingresamos al arroyo Martínez al fin nos liberamos del viento. Que precioso lugar. Los álamos, los sauces, los pinos y los juncos nos dieron la bienvenida al Delta del Paraná. Ya nos sentíamos en casa. Remamos un km y medio y a las cinco y media de la tarde arribamos a la Hostería Rosmarie. Reinaba la tranquilidad. El rio se deslizaba lentamente y las islas de camalotes viajaban junto a él. Los pájaros piaban y los arboles cantaban mecidos por el viento. Nos acercamos hasta el edificio principal y le preguntamos a la dueña cuanto costaba dormir allí. Le dijimos que pernoctaríamos y que íbamos a cenar.
Nuevamente hicimos contacto por radio con la PNA de Villa Paranacito y un gomón que nos estaba buscando se acerco. Le contamos que estábamos bien y que nos dirigíamos a la Hostería Rosmarie. A las tres y media de la tarde reanudamos viaje. Remamos diez kms sin inconvenientes y cuando ingresamos al arroyo Martínez al fin nos liberamos del viento. Que precioso lugar. Los álamos, los sauces, los pinos y los juncos nos dieron la bienvenida al Delta del Paraná. Ya nos sentíamos en casa. Remamos un km y medio y a las cinco y media de la tarde arribamos a la Hostería Rosmarie. Reinaba la tranquilidad. El rio se deslizaba lentamente y las islas de camalotes viajaban junto a él. Los pájaros piaban y los arboles cantaban mecidos por el viento. Nos acercamos hasta el edificio principal y le preguntamos a la dueña cuanto costaba dormir allí. Le dijimos que pernoctaríamos y que íbamos a cenar.
Luego
de enseñarnos las habitaciones nos sentamos a tomar algo fresco. Lo
hicimos debajo de una enredadera con flores donde una cantidad
interminable de colibríes iban a néctar. Las diminutas y hermosas
avecillas iban y venían a toda velocidad. Se posaban nectaban y salían
disparados como flechas. Su veloz aleteo se semejaba al zumbido de las
abejas. Nunca habíamos visto tantas de estas maravillosas aves. La dueña
nos conto la historia de la hostería. Esta inmensa mansión fue
construida por alemanes en el año 1911, luego se la vendieron a un
búlgaro que la convirtió en hotel y bautizo la casa con el nombre de una
de sus tres hijas. Mas tarde la casa se vendió y estuvo un tiempo media
abandonada hasta que sus actuales dueños la compraron y la restauraron
continuando con el servicio de
hostería.No había luz en Rosmarie debido a la caída de arboles por el
temporal de la noche anterior. Imagínense como la pasamos nosotros. Nos
acomodamos en la habitación y luego de darnos un baño fuimos a cenar.
Pedimos
la cena temprano para a mas tardar nueve y media irnos a dormir.
Queríamos descansar bien para el día siguiente poder llegar al parador
Don Mario en el arroyo Naranjo y Paraná Guazu. Nos deleitamos con unas
riquísimas milanesas con puré y con un rico flan casero con crema. A las
nueve de la noche y con un concierto de sonidos de la isla nos fuimos a
dormir.
DIA 11 HOGAR DULCE HOGAR 23-ENE-12
HOSTERIA ROSMARIE (ARROYO MARTINEZ) – DON MARIO (ARROYO NARANJO Y PARANA GUAZU)
La
sudestada siempre esta presente en la travesía de un kayakista. Cuando
sopla del sudeste las cosas se ponen feas y demanda un gran esfuerzo
remar en contra del viento. Este tramo fue uno de los más largos y duros
de la travesía. Nos separaban del parador Don Mario 50 kms y casi todo
el trayecto por aguas abiertas. Partimos a las siete de la mañana. La
copa de los álamos se mecían por el viento y no era buen presagio.
Bajamos por el arroyo Martinez y cuando salimos al rio Uruguay nos
recibió la sudestada. No había reparo para refugiarnos del viento y no
nos quedo otra que ir remando pegados a la costa. Mucho no sirvió ya que
cada vez que se abría una bahía quedábamos expuestos a la merced de
Eolo. Los kayaks iban pinchando una ola atrás de la otra y el avance era
lento y
dificultoso. A las diez y media hicimos una paradita para comer y
descansar. El lugar estaba todo inundado y el agua nos daba por arriba
de las rodillas.
Continuamos
remando y el viento empeoro. El GPS marcaba que avanzábamos a solo 3
km/h. No nos quedaba otra que seguir remando ya que hasta Don Mario no
había lugares aptos para acampar. Realmente remar en estas condiciones
es un gran esfuerzo físico y mental. Parece que la meta prevista se
vuelve inalcanzable. El constante ruido del viento y el continuo cabeceo
del kayak cada vez que pincha una ola se vuelven intolerables. Pero
lentamente y con fuerza de voluntad el objetivo se va acercando. Con
Nueva Palmira a la vista llegamos a la isla que esta en la desembocadura
del arroyo Gutierrez. Todo estaba bajo agua y no encontrábamos lugar
para bajar.
Entramos
hasta la casa de unos isleños que nos saludaron muy alegremente. Nos
ofrecieron pasar pero decidimos seguir viaje. Rodeamos la isla por su
parte norte, cruzamos el arroyo Gutierrez y bajamos en un rancho que
denominamos El rancho La Cambicha. Como el suelo estaba tapado por el
agua almorzamos en el deck. A las tres de la tarde y antes de quedarnos
dormidos reanudamos la marcha.
Cuando salimos de la protección de los arboles el viento comenzó a castigar. Nos demando muchísimos esfuerzo la remada hasta Punta Gorda. No había ningún tipo de reparo ya que se forma una bahía y la costa queda muy alejada. Parecía que no llegábamos mas pero paleando y peleando alcanzamos el Km 0 del Rio de la Plata.
Cuando salimos de la protección de los arboles el viento comenzó a castigar. Nos demando muchísimos esfuerzo la remada hasta Punta Gorda. No había ningún tipo de reparo ya que se forma una bahía y la costa queda muy alejada. Parecía que no llegábamos mas pero paleando y peleando alcanzamos el Km 0 del Rio de la Plata.
Descansamos
un rato y luego de pasar Punta Gorda nos despedimos del Rio Uruguay e
ingresamos al gran mar de agua dulce, el Rio de la Plata. Remamos 2
kilometros hasta que viramos a la derecha y tomamos el río Sauce. Que
placer y que alegría cuando el viento nos quedo de popa y comenzamos a
surfear y a remar con el río creciendo. Trepamos por el río Sauce,
ingresamos al arroyo Ceibo y luego al Ceibito. Por este pintoresco y
apacible arroyo desembocamos al Paraná Guazu. Mientras cruzamos el Guazu
el sol se puso en el horizonte y nos regalo un hermoso atardecer.
Un merecido premio para compensar el enorme esfuerzo que habíamos realizado. A las ocho de la noche arribamos al parador Don Mario. Estábamos cansados pero felices de estar en casa.
Un merecido premio para compensar el enorme esfuerzo que habíamos realizado. A las ocho de la noche arribamos al parador Don Mario. Estábamos cansados pero felices de estar en casa.
DIA 12 VACACIONES EN DON MARIO 23-ENE-12
DESCANSO
Aprovechamos
todo el día para descansar. Dormimos diez horas como bebes. Luego de
desayunar comenzamos con la tarea de acomodar los botes. Sacamos los
bártulos de los tambuchos e hicimos un poco de limpieza. Tiramos los
residuos que teníamos y las carpas que estaban mojadas las
tendimos al sol. El día estaba precioso y lo disfrutamos al máximo.
Armamos las cañas y nos pusimos a pescar.
Entre mate y mate fue pasando la mañana. Al mediodía encendimos fuego y tiramos un vacio a la parrilla que salió delicioso.
Por supuesto que no falto la siesta. Por la tarde tiramos la caña y pescamos un par de bogas pero como eran chicas las devolvimos al agua. Sobre el muelle que esta en el Paraná Guazu tomamos mate y vivimos otro mágico atardecer. A la noche llegaron dos veleros y les ayudamos a amarrar. Sus tripulantes venían exhaustos por el viento que habían enfrentado desde su partida del islote Redondo en el rio Uruguay. Charlamos un rato y nos despedimos. Nuestra cena consistió de una rica polenta con salsa. Contentos por el día vivido nos fuimos a dormir.
Entre mate y mate fue pasando la mañana. Al mediodía encendimos fuego y tiramos un vacio a la parrilla que salió delicioso.
Por supuesto que no falto la siesta. Por la tarde tiramos la caña y pescamos un par de bogas pero como eran chicas las devolvimos al agua. Sobre el muelle que esta en el Paraná Guazu tomamos mate y vivimos otro mágico atardecer. A la noche llegaron dos veleros y les ayudamos a amarrar. Sus tripulantes venían exhaustos por el viento que habían enfrentado desde su partida del islote Redondo en el rio Uruguay. Charlamos un rato y nos despedimos. Nuestra cena consistió de una rica polenta con salsa. Contentos por el día vivido nos fuimos a dormir.
DIA 13 RELAX EN TOLEDO 24-ENE-12
DON MARIO – TOLEDO (PARANA MINI)
La
jornada de paleo fue sencilla y sin esfuerzos. Remamos nada más que 24
kms. Partimos de Don Mario a las diez y media de la mañana. Bajamos por
el arroyo Naranjo disfrutando de su encanto. Por estos pagos los álamos,
pinos y araucarias dominan el paisaje y las casas abandonadas
observaban nuestro paso en silencio. Cuando dejamos atrás el arroyo
Naranjo cruzamos el Barca Grande e ingresamos al arroyo Largo. Bien
puesto esta su nombre ya que parece no tener fin. Entre filas y filas de
álamos llegamos al Canal N° 3 viramos a la derecha y desembocamos en el
arroyo Tuyupare. Remamos mil metros y desembocamos en el Paraná Mini. A
las dos y media de la tarde bajamos en el Parador Toledo. Fuimos
recibidos por María Esther y familia. Nos acomodamos y nos sentamos a
comer. Cocinamos el último
arroz saborizado de la travesía. Luego de almorzar nos tiramos a dormir
la siesta. Por la tarde me cruce remando hasta la panadería y volví con
una pastafrola que comimos con los mates.
Desde la galería disfrutamos de otro atardecer. Por la noche nos sentamos en el enorme salón donde manda la madera y cenamos unas deliciosas pizzas caseras. A las once nos fuimos a dormir. Ya estábamos cerca de casa y la travesía estaba llegando a su fin.
Desde la galería disfrutamos de otro atardecer. Por la noche nos sentamos en el enorme salón donde manda la madera y cenamos unas deliciosas pizzas caseras. A las once nos fuimos a dormir. Ya estábamos cerca de casa y la travesía estaba llegando a su fin.
DIA 14 AMIGOS EN PEHUEN 25-ENE-12
TOLEDO (PARANA MINI) – PEHUEN (RIO CAPITAN)
Fue
el día más esperado por los tres kayakistas que realizamos esta
travesía. Nuestros amigos nos estaban esperando en Pehuén. Hacia ya
catorce días que habíamos partido desde Concordia y estábamos con muchas
ganas de encontrarnos con ellos. Cruzamos el Paraná Mini e ingresamos
al arroyo Chana. La corriente a favor nos llevo a ritmo cansino hasta el
Aguaje del Durazno. Remontamos este arroyo y doblamos a la izquierda
para ingresar al arroyo Durazno. Luego de pasar la casa de mis amiguitos
Guadalupe y Pedrito viramos a la izquierda e ingresamos al arroyo
Capitancito el cual nos llevo hasta el Paraná de las Palmas. El ancho
rio estaba muy tranquilo y lo cruzamos sin percances. Entramos al rio
Capitán y a las dos de la tarde llegamos a Pehuén. Que lindo y
reconfortante recibimiento de
parte de nuestros amigos. Allí estaban Esteban, Eloy, Adrian, Rubén,
Sergio, Luis, Jimena, Mónica, Vicky, Luis y Nelly esperando nuestra
llegada. Nos bajamos de los kayaks y con besos y abrazos los saludamos a
todos. Estábamos muy contentos y felices por estar nuevamente en casa y
entre amigos.
Luego
nos sentamos a almorzar y nos pasamos un buen rato contando las
anécdotas vividas durante la travesía.
Los amigos Pesteros se despidieron y nosotros nos quedamos a dormir en Pehuén. Era la última noche de la travesía y la disfrutamos en compañía de más amigos entre ellos Claudito, María José y Gastón. Compartimos un delicioso asado y seguimos contando más anécdotas del viaje.
Los amigos Pesteros se despidieron y nosotros nos quedamos a dormir en Pehuén. Era la última noche de la travesía y la disfrutamos en compañía de más amigos entre ellos Claudito, María José y Gastón. Compartimos un delicioso asado y seguimos contando más anécdotas del viaje.
DIA 15 LLEGAMOS A CASA 26 – ENE -12
PEHUEN (RIO CAPITAN) – TIGRE
Llego
el último de la travesía. El día en que llegamos a casa y la aventura
llega a su fin. El ultimo esfuerzo, las ultimas paladas y atrás quedaron
las anécdotas para el recuerdo. Luego de un ligero almuerzo partimos de
Pehuén. En el tramo final nos hizo compañía Sergio San
Martin. Bajamos por el rio Capitán, ingresamos por el Rama Negra,
tomamos por el bellísimo Ramita Negra y salimos al Espera.
En
el Sarmiento el ruido de las colectivas nos conto que estábamos otra
vez en casa, en nuestro rio. Ese rio de aguas marrones que todos los fin
de semanas nos hace feliz. Entre el alboroto ingresamos al arroyo
Gambado. Cuando llegamos a la guardería de A remar bajamos y sacamos una
foto grupal. Continuamos y las ultimas paladas las dimos para cruzar el
rio Lujan. Desembarcamos en la rampa del Club Hispano y nos dimos un
fuerte abrazo. Habíamos llegado a Tigre luego de haber remado dos
semanas por el bellísimo y mágico rio Uruguay.
Lucas Sosa
Hola, soy Monica y quiero participar de sus salidas en kayak, como me comunico con ustedes, gracias.
ResponderEliminarHola Monica, nosotros no tenemos escuela de canotaje. Si queres enviame un correo a matiastom00@yahoo.com.ar y te recomiendo algunos lugares donde podes consultar.
EliminarQue grande mi capitan,que bien vote a la hora de elejir quien tiene que ser mi referente, los demas no existen, siga asi
EliminarMuy bueno todo el relato de la travesía Matías.
ResponderEliminarTe mando un abrazo.
Javier Altisench.